La corresponsal de teleSUR en Nicaragua, Adriava Sívori, reportó que "amaneció su cuerpo hoy tirado en medio de la calle", y que fue identificado por su nombre, Pedro Ezequiel, quien presentó evidencias de torturas en sus manos, heridas en el rostro y otras lesiones en varias partes de su cuerpo, luego que fuera detenido por las autoridades hondureñas.
Uno de los pobladores de El Paraíso declaró que Pedro Ezequiel fue detenido por policías y militares, bajo el argumento de que estaba "fumando marihuana", mientras en el sector fronterizo de Las Manos el presidente Zelaya ingresaba a su país.
Agregó que el cuerpo sin vida de Pedro Ezequiel fue encontrado este sábado en un terreno baldío, a pocos metros de la carretera que lleva hacia la frontera con Nicaragua y de uno de los retenes militares que impiden la circulación en el departamento de El Paraíso, por un toque de queda que fue adelantado por el gobierno de facto presidido por Roberto Micheletti, desde las 06.00 horas locales (12.00 GMT).
Por su parte, el portavoz de la Policía, Orlin Cerrato, declaró a la agencia de noticias Efe que el "único" jóven que fue detenido este viernes en el sector de El Paraíso, es Gerson Evenor Vilches Almendárez, quien, según Cerrato, fue puesto en libertad hacia las 07.30 horas locales de hoy (13.30 GMT).
Agregó que la Policía desconoce del caso de Pedro Ezequiel, quien habría sido encontrado hacia las 06.30 horas (12.30.GMT), y que cuando pobladores reportaron su hallazgo, "no permitieron el acceso de un fiscal y agentes del orden a la escena del crimen".
"Esperamos que algún organismo como el Cuerpo de Bomberos recupere el cadáver para que se confirmen las causas de su muerte, ya que a la Fiscalía y la Policía no se les ha permitido hacer su trabajo", excusó Cerrato.
Miles de seguidores de Manuel Zelaya esquivaron varios obstáculos de seguridad, impuestos por el gobierno fáctico, para llegar hasta Las Manos, por donde el presidente constitucional entró, pero se vio obligado a retornar al territorio nicaragüense.
Manifestantes hondureños intentan trasladarse a la localidad de Las Manos para reencontrarse con el presidente, Manuel Zelaya, donde se espera que el mandatario ofrezca una rueda de prensa en este lugar.La corresponsal de teleSUR en Nicaragua, Adriana Sivori, informó que "se espera que el presidente Zelaya regrese a esta ciudad (Las Manos) y dé una conferencia de prensa".Agregó que un grupo de "seguidores del presidente se reúnen a 30 kilómetros de esta ciudad donde realizaron una vigilia toda la noche a pesar del toque de queda".
El sábado, el presidente Manuel Zelaya, cruzó la frontera que une a su país con Nicaragua por primera vez luego de 26 días después del golpe de Estado en contra de su Gobierno, pero se vio obligado a retroceder para esperar un encuentro con los altos jefes del Ejército.El mandatario solicitó una reunión privada con el Jefe del Estado Mayor Conjunto, General Romeo Vázquez y miembros de las Fuerzas Armadas para agilizar su retorno al poder del país.Sin embargo, las autoridades de facto insisten en su posición de no permitir el regreso de Zelaya a territorio hondureño y amenazaron con ponerlo preso si ingresa a esa nación. Leer más...
Las personas detenidas temen por su vida ya que no saben hacia donde los conducen y los policías se niegan a brindar algún tipo de información de hacia donde conducen las personas detenidas.
Alertamos a los organismos de derechos humanos para que se a personen a las manifestaciones para corroborar las violaciones de derechos humanos. Leer más...
Represiones Violentas:
Mientras Mel ingresaba a Honduras miles de dignos(as) Hondureños(as) que se dirigían a la frontera para recibir a su presidente fueron reprimidos brutalmente. Desde el primer puesto de control a escasos kilómetros de la capital, las personas fueron obligadas a abandonar los buses y automoviles que los transportaban. A pesar de ello miles de persona caminaron varios kilómetros para poder avanzar hacia la frontera, muchos de ellos sin comer. Hoy a las 11:35 de la mañana se decreto toque de queda para las 12 meridiano con suspensión de las garantías constitucionales, con el clara intención de tener un instrumento para poder reprimir las manifestaciones en contra del Golpe.
En horas de la tarde en varios puntos los militares han comenzado a disparar balas y gases, preliminarmente se han mencionado varios heridos y de manera confirmada dos personas han ingresado al hospital con impactos de bala, uno en la oreja y el otro en el brazo.
Son las 3:50 de la tarde y a unos 12 kilómetros (en el Paraíso) los militares comenzaron dispararle bombas lacrimógenas y balas de goma.
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Imagenes del presidente desde el punto donde entro al pais
“Dios no está con los golpistas; está de nuestro lado": Zelaya.
Tegucigalpa.- El derrocado presidente de Honduras, Manuel Zelaya, dice que Dios está de su parte. Pero el hombre que lo reemplazó tras el golpe militar está convencido de que llegó al poder por obra divina.
¿De qué lado está Dios en la crisis desatada tras el golpe en Honduras?, se preguntan muchos católicos en esta devota nación de siete millones de habitantes.
"Le puedo asegurar que Dios no está con los golpistas; está de nuestro lado", dijo Zelaya al diario argentino La Nación.
Sólo Dios, explicó, podrá impedir que retorne en las próximas horas a Honduras para reclamar la presidencia de la que fue sacado a punta de pistola el 28 de junio.
Pero el presidente de facto, Roberto Micheletti, dijo que no entregará el sillón al que llegó por intercesión celestial.
"Yo lógicamente llegue aquí por Dios y por ustedes", dijo esta semana en un acto público que cerró rezando con los ojos cerrados tomando de la mano a sus ministros,
La polémica sobre de qué lado está Dios comenzó cuando el arzobispo de Tegucigalpa, el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Madariaga, negó que hubiera habido un golpe de Estado y dijo que apoyaba al Gobierno de facto de Micheletti.
Sus comentarios llenaron los muros de Tegucigalpa de pintadas como "Oscar Andrés golpista" o "Cardenal del mal" en los muros de la ciudad.
"No podemos estar de lado de la mentira y de lo ilegítimo. No hay condiciones para que Zelaya vuelva", dijo a Reuters el obispo auxiliar de la capital, monseñor Darwin Andino.
El 80 por ciento de hondureños son católicos. Rafael Alegría, líder del frente que defiende a Zelaya y se opone al golpe de Estado, solía leer las escrituras durante la misa.
El papa Benedicto XVI dijo estar preocupado por la situación en Honduras y pidió diálogo y reconciliación.
Pero en Honduras, polarizada por el golpe de Estado, hay curas también en las barricadas.
"Dios está donde sufre el pueblo. Lo que pasa es que por mantener un estatus social, la jerarquía de la Iglesia está con el sistema", dijo el padre Andrés Tamayo, que participa en las protestas contra el golpe en Catacamas, la ciudad de Zelaya en el oriente de Honduras.
Mientras tanto, algunos hondureños se arrodillaban a rezar en la catedral de Tegucigalpa, un templo en obras donde el altar está tapiado y hay andamios en las paredes.
"Sólo nuestro Señor sabe qué va a ser del país. Yo no estoy con unos ni con otros, pero sé que Dios es el único que puede ayudarnos", dijo Vilma Lemos, un ama de casa de 52 años.
Además, la cancillería ilegítimas de Honduras solicitó el retiro del personal diplomático, administrativo, técnico y de servicio, dijo el encargado de negocios de la embajada venezolana en la nación centroamericana, Ariel Vargas.
Vargas dijo no estar sorprendido por la noticia, pues "ya nos lo habían anunciado, desde el sábado. Ya lo comuniqué a Caracas y espero tener una noticia de allá en las próximas horas".
Además, las autoridades de facto de Honduras pidieron el retiro del todo el personal diplomático hondureño en Venezuela, en un plazo no mayor de 72 horas.
Sin embargo, el embajador hondureño en Caracas, Germán Espinal, ha manifestado su lealtad al presidente constitucional hondureño, Manuel Zelaya, que fue objeto de un golpe de Estado militar el pasado 28 de junio.
El régimen de facto de Honduras había advertido al gobierno venezolano que cesara lo que el presidente ilegítimo, Roberto Micheletti, considera como una injerencia en asuntos internos de este país centroamericano, porque de lo contrario expulsaría a sus diplomáticos.
Esta determinación, fue anunciada esta mañana en un comunicado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, "considerando las amenazas, al uso de la fuerza, la intromisión en asuntos exclusivos, así como el irrespeto a la soberanía de nuestro país" y abarca a todo el personal administrativo, técnico y diplomático.
De igual forma la cancillería golpista recordó el llamado gubernamental a los "usurpadores" de cargos en los consulados y embajadas hondureñas, tras su destitución por parte de Micheletti.
Las destituciones de dicho personal del gobierno legítimo de Manuel Zelaya se debe a que "retienen fondos y usan sellos estatales en diferentes consulados", principalmente en Estados Unidos.
El presidente venezolano, Hugo Chávez, ya había mandado a retirar al embajador de su país en Honduras, Armando Laguna, de la sede diplomática en Tegucigalpa, una vez que se perpetrara el golpe de Estado militar contra Zelaya.
Pese a la acción golpista, el resto de la delegación diplomática permanecía en Honduras, puesto que está acreditada por el Gobierno legitimo y constitucional.
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El miedo a una palabra de dos letras
Por Helen Umaña
El 28 de junio venía de Guatemala con el único y exclusivo propósito de votar a favor de la cuarta urna. Veía, en ésta, la posibilidad concreta de un cambio hacia senderos de beneficio colectivo. Era el camino para modificar, con el consenso de todos los partidos políticos y de una amplia difusión y discusión (a través de los medios de comunicación, foros, comentarios, etc.), una Constitución cuyas lagunas son evidentes. La ciencia dice que nada es estático y que todo lo hecho por el ser humano es susceptible de perfeccionarse. Manejar que la cuarta urna lo que pretendía era la reelección de Mel ha sido la distorsión más grande en la historia política del país. La hipotética Constitución se redactaría ya cuando Mel hubiese dejado de ser presidente. Su elaboración estaría, pues, en manos de diputados elegidos por quienes se acercasen a votar. De ahí que la propuesta de la cuarta urna prendiese, con tanto entusiasmo, en la voluntad de los sectores históricamente marginados: campesinos, obreros, grupos étnicos…
Por esa razón, cuando en el bus que me traía de Guatemala me enteré del golpe de Estado, el impacto emocional fue intenso. En esencia, abortar, con alevosía, la semilla de lo que pudo ser un encaminar al país por senderos de equidad y justicia. Darle un golpe de muerte a la posibilidad de un sueño factible: la construcción de una sociedad en donde, no como varita mágica sino como proceso de ardua construcción, se empezasen a solventar las necesidades más urgentes de comida, salud, educación y vivienda para la mayoría. Mel había dado el primer paso. Impedírselo, con el golpe de Estado, fue como abrir la puerta para llevar al país a una espiral de violencia cuyas consecuencias ya se empiezan a sentir: secuestros, asesinatos políticos y persecución a los disidentes. Una realidad que ya se ha instalado en el horizonte de la patria. Al amparo de la nocturnidad y la falta de energía eléctrica, la captura del artista de la caricatura Allan MacDonald (con todo y su hija de diecisiete meses); los asesinatos de Isis Obed Murillo (en el aeropuerto de Toncontín) y de Róger Ivan Bados González y Ramón García, miembros del partido Unificación Democrática (UD) son ominosas señales del abismo hacia el cual Honduras se encamina. A menos que prevalezca la sensatez (que pasa necesariamente por el restablecimiento del Estado de derecho), no es aventurado vaticinar que se está a las puertas de una vorágine social sin precedentes: la reactivación de la tenebrosa Doctrina de la Seguridad Nacional y, como lógica respuesta, la adopción de formas de lucha que llevan consigo incalculables cuotas de dolor y sangre. Una factura que, a la postre, pagará la sociedad en su conjunto. Al respecto, la historia de la humanidad es un espejo en el cual los sectores dominantes del país —por su inveterada miopía— todavía no se han visualizado.
La pesadilla que se repite. El protagonismo de las botas. Las imágenes de los militares apuntando, en posición de combate, a humildes mujeres, a jóvenes imberbes y a personas desarmadas son devastadoras. En Toncontín…, el sonido de las balas. El huir alocado de la gente. El ulular de la ambulancia. El cuerpo frágil sostenido por manos solidarias... Un revivir la estela de sangre y terror que han dejado en Latinoamérica los ejércitos nacionales. Ratificar que el monstruo sigue vivo, agazapado, listo a dar el salto y el zarpazo cuando los grandes consorcios internacionales y sus socios nacionales así lo indiquen. Desde siempre, el brazo armado del poder económico. Y, en niveles de alta graduación, ellos mismos convertidos en poder económico que actúa en defensa de sus intereses.
El contubernio iglesias-poder político. Es indignante el espectáculo de los pastores evangélicos y de la alta jerarquía católica encabezando y bendiciendo las marchas de la oligarquía. Con falaces mensajes bíblicos, violentando las conciencias para llevarlas a la posición política que les permitirá seguir medrando a la sombra de sus iglesias, no casas de oración, sino auténticos emporios económicos. Complementado, todo, con otro bochornoso espectáculo: en un Estado constitucionalmente laico, los «honorables» diputados y sus testigos de honor (Custodio, Aguilar Paz, Leitzelar, Mauricio Villeda, Irma Acosta de Fortín…) agarrándose las manos e inclinando la cabeza, pronunciando una oración en el momento mismo en que, enarbolando una falsa carta de renuncia, ratificaban su traición y consumaban el golpe de Estado.
La guerra mediática. En los meses precedentes al golpe de Estado, la oposición a Mel Zelaya llegó a niveles jamás vistos. Quizá, en ninguna parte del mundo, un periodismo como el hondureño. Especialistas en sesgar y manipular la información. Todos los días mintiendo flagrantemente. Conductores de programas radiales y televisivos moviendo la noticia hacia el lugar en donde sopla el dinero. Tergiversando los hechos para confundir al receptor. Al día siguiente del golpe, desde Radio América, llamando a encauzar el país por las vías de la «normalidad»: «Preséntense en las fábricas, en los negocios…»; «Dejémosle la política a los políticos y que los niños y maestros vuelvan a la escuela, los obreros a sus fábricas…»; «Aquí no ha habido golpe de Estado…»; «Aquí todo es normal»; «Es necesario producir…». En otras palabras, producir para seguir llenando los bolsillos de la minoría… La infamia revestida de amor patrio.
La ambigüedad e indiferencia de la máxima casa de estudios. Duele el comunicado gallo-gallina de las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, institución, en horas más lúcidas, a la vanguardia del pensamiento progresista y democrático. ¿Dónde el análisis de la crisis social y política? ¿Dónde el comunicado orientador para un pueblo carente de instituciones que salvaguarden sus intereses? ¿Cómo puede hablarse de vinculación universidad-sociedad si se evade el compromiso del análisis y del mensaje clarificador? ¿En qué momento se extravió el rumbo de la dignidad?
El manipuleo lingüístico. Desde la espuria sesión del domingo cuando se nombró presidente a Micheletti, éste insistió en que no era un golpe de Estado y lo llamó «un acto de sucesión presidencial». El lenguaje designa realidades y, en función social, no es un instrumento de uso antojadizo. Como se lo hizo ver un corresponsal español, cuando un contingente armado asalta la casa del presidente; lo secuestra y lo envía, contra su voluntad, a Costa Rica, eso sólo puede llamarse golpe de Estado. Aquí y en cualquier parte del mundo. Por más que los medios, los funcionarios y los diplomáticos desleales, mentirosos y oportunistas repitan las palabras del usurpador. El inútil querer tapar el sol con un dedo. La comunidad internacional y el pueblo, que no es el ignorante que muchos creen, lo saben.
El papel de comparsa a que se redujo la querida figura de Ramón Custodio, ¡a quien tanto debo en lo personal!, pero a quien, por respeto a mi propia conciencia, tengo que referirme al haberlo visto en el más triste papel de su carrera! ¡Que es mejor que a Mel lo hayan enviado a Costa Rica ya que, por lo menos, está vivo!, dijo. La cuestión de fondo es el acto ilegal que con él se cometió. Eso era lo que había que condenar. Nunca, con su presencia (es el Comisionado Nacional de Derechos Humanos), avalar la monstruosidad jurídica perpetrada contra un presidente legítimamente electo. Y, como broche de oro: afirmar que eran balas de goma las que usó el ejército la tarde en que, violando la Constitución, vedaron el aterrizaje de Mel en Toncontín. De goma, pero acabaron con la vida de un joven de diecinueve años. (¡Con una humilde «burrita» aguantó las largas horas de espera con un único propósito: vitorear al presidente en el cual había cifrado la esperanza de un mañana mejor! Su pequeña pero gran odisea desde su remoto pueblo y las palabras de su digno padre explicando sus móviles son signos entrañables que hablan de ilusión en un futuro más humano y más digno… , pero también de sueños rotos por la brutalidad represiva…).
En un pueblo hambriento (hace pocos días una campesina, como no había dinero para comprar maíz, para fabricar tortillas, echó mano del que ya estaba «curado» para la siembra; resultado: tres hijos en el hospital y el de cinco años, en el cementerio), en donde el abismo entre ricos y pobres cada vez se hace más profundo y que, por lo mismo, no es cuestión de borrarlo con abrazos de paz y de reconciliación de la «familia hondureña», según cantan los defensores del golpe, la cuarta urna era una opción para intentar cambios positivos. Nunca, al pueblo llano (ese que es marginal y vive en los bordos y en los barrancos de la miseria), se le había dado la oportunidad real de expresar su sentir. Y, con el «Sí», la posibilidad de mejorar un instrumento (una nueva Constitución) que guiase la vida futura de la nación. Lo reiteramos: todo es susceptible de perfeccionarse. Máxime tratándose de la Carta Magna en donde las cuestiones son trascendentales en la cotidiana construcción de la república. Pero los sectores de poder (especialmente la clase política enquistada en el Congreso y que ha esquilmado el erario a través de las grandes erogaciones que se les otorgan a los diputados, supuestamente para obras de beneficio en sus comunidades) le temieron a la avalancha de un «Sí» popular. Sospecharon —con razón— que podía representar el fin de sus incalculables dividendos. El golpe de Estado fue su manera torpe y desesperada de oponerse a la incontenible marea humana que cada vez es más consciente de sus verdaderos intereses y de la mejor forma de defenderlos. Para muestra, una consecuencia inmediata: en un santiamén se hizo añicos la base social de los partidos políticos responsables de la acción delictiva.
Estamos, pues, frente a estatuas con pies de barro. Su desmesurada reacción ante la crucial pregunta de la encuesta abortada revela su debilidad. Son poderosos y se amparan en las múltiples redes nacionales e internacionales que propicia el dinero…, pero le temen al pueblo. Saben que éste es mayoría y que, en justa lid, ellos llevan las de perder. Esa es una de las grandes lecciones que, de estos días trágicos, se debe extraer. Aunque lenta, la rueda de la historia nunca se detiene.
Desde hace treinta años, sólo he escrito sobre arte y literatura. Pero la ruptura del orden constitucional y el descaro con que actuaron Micheletti y sus socios golpistas me sacaron de la voluntaria torre de marfil. Las alucinantes imágenes de esa sesión grotesca en que se le dio un golpe de muerte a la débil democracia hondureña me han confirmado que el artista y el intelectual no pueden esconderse en una pretendida neutralidad. Tratándose del bienestar colectivo no hay apoliticidad que valga. El silencio equivale a aquiescencia y complicidad. Por lo tanto, tomo partido. En los momentos decisivos —cuando está en juego el devenir de los años futuros en Latinoamérica— a lo estético, se sobrepone la opción ética. Y ésta me dice, con claridad meridiana, de qué lado están la razón y la justicia.
Mis palabras no pretenden formular un análisis de la situación (para eso están los sociólogos y politólogos). Pero externar mis sentimientos es una necesidad vital y perentoria. Por un lado, un profundo dolor por el cúmulo de signos negativos que saturan el ambiente. Por el otro, la esperanzada convicción de que los sectores marginados, aún con tropiezos y dificultades, siempre encuentran la ruta hacia mejores derroteros. Nunca camina en reversa la rueda de la historia.
San Pedro Sula, 30 de junio- 14 de julio de 2009.
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