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A Pedro Magdiel Muñoz Salvador, mártir.
Señor: recíbelo como un héroe
Y como la llama sagrada
Que fue su vida
Recíbelo como un ángel
Que precipitó sus alas
Sobre el fuego injusto.
No dejes que la memoria
Se apague con el viento
Que sopla por el norte
Ni que la inscripción
De su tiempo
Sea pura ficción de pesadilla.
Su nombre contiene
La primera iglesia
El primer obispo
La primera hostia
La catacumba clandestina
La cruz ensangrentada
El primer padre nuestro.
No lo dejes señor
Pudrirse como un ave muerta
O como un animal cazado
En plena selva
Ni siquiera como el jilguero
Que fue mutilado
En su garganta de cantos
Y de vida.
Su nombre es luz para nosotros
Antorcha para los que vagan
Simplemente perseguidos
En calles, montañas y ciudades.
Arrópalo en tu seno
Ponle alas nuevas
Lustrosas, y voz de trueno
Para que alerte en la batalla.
Dale una espada que relumbre
Para que corte la maldad
De un sólo tajo.
Que tu poder se vuelva
Justicia y beneplácito
Tiempo de una mies que salva
Sueño en la penumbra
Estrella del mañana.
Señor apúntalo en tu página de oro
En tu cáliz de agua bendita
En tu altar de santo milagroso
En tu manto divino lleno
De gran misericordia.
Déjalo como un ángel,
Santo, milagro y salvación.
Tu pueblo será por siempre
Lleno de gracia y plenitud.
Santo, santo, santo:
Pedro Magdiel Muñoz Salvador.
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